Rocafort, Godella, Paterna o Torrente fueron los lugares elegidos por los acomodados valencianos para implantar sus casas de veraneo a finales del siglo 19. Estas casas abiertas hacia un exterior de campo y naturaleza se convierten hoy en pequeños tesoros en medio de una densidad urbana mucho mayor de cuando las concibieron, por ello la mayoría ya tienen extensiones o añadidos más recientes.

En este caso, Elena y Nelson acababan de comprar una de estas casas que había sido renovada de una forma un tanto radical y abrupta, añadiendo un volumen alargado completamente aséptico y descontextualizado. Por ello se quiso tratar la planta baja como si se tratase de la nave central de una iglesia, recuperando su esencia de fluidez y transparencia. En medio de esta nave solo aparecerían dos elementos escultóricos, rompiendo la ortogonalidad del espacio: una escalera conectando los dos volúmenes (conexión vertical) y una isla con su propia mesa de comedor jerarquizando los espacios (conexión horizontal). Todos los demás elementos (cocina, despachos, almacenamiento) se situarían en los perímetros del espacio. Estas dos intervenciones puntuales se trataron como microproyectos dentro del propio proyecto, los dos realizados por Samuel Hernandez.

La escalera se quería ligera en el espacio, sin núcleo ni grandes estructuras portantes. Por ello se decidió realizar una escalera de chapa plegada completamente atirantada al forjado. La escalera flota en el espacio gracias a unas lianas de acero que le permiten agarrarse a los diferentes zunchos superiores. También se quería amable con su entorno, y lo que empezó siendo una escalera íntegramente de caracol se convirtió en un híbrido de lo más interesante, ya que mezcla la funcionalidad de una escalera convencional con la estética de su homologa helicoidal.

La isla se trató con el mismo material, acero al carbono, pero de una forma mucho más tectónica. Un cubo cerrado en todos sus extremos emerge en mitad de esta nave como si de un naufragio se tratase. Conectado a esta isla mediante sus simples esquinas, se proyectó la mesa del comedor, pivotante y extensible para poder modular el espacio según las necesidades de sus habitantes. Siendo ellos sólo dos en su dia a dia, y la mesa se pudiendose convertir hasta para 6. Esta mesa no toca el suelo, mediante una subestructura avisagrada al borde de la isla.